El sabor era efectivamente
fuerte, tal como lo anunció María Laura la odontóloga. Después vendría el ruido
agudísimo del torno puliendo el molde, las pruebas de abrí cerrá abrí cerrá abrí cerrá y el pelo lleno de pedacitos de
plástico con efecto caspa.
Ni bien salió del
consultorio se dirigió a tomar el 132 y llamó:
— ¿Cómo va el partido?
— Ahí la agarra Mouche, la
pierde Mouche, la agarra…
Por la avenida Rivadavia
intentaba captar alguna imagen de los televisores de los bares pero a medida
que estaba por ver algo se cruzaba otro colectivo o el chofer aceleraba.
El segundo colectivo tardó
más de lo habitual y para colmo tuvo que quedar muy mal ubicado (cortando dos
manos de Rivadavia) gracias a otro coche cuyo conductor se resistía a abondar la posición. Los pasajeros intentaban
respetar la cola, ella paraba a una de atrás que se quería mandar a toda costa
y ayudó a subir una chica ciega. Una señora le manifestó su preocupación:
— Ah no, yo con los
problemas de cervical que tengo no sé si podré subir, está muy lejos del
cordón.
— No se preocupe señora que
yo la ayudo.
— Mmmm pero no, no sé.
La señora agarró el
changuito y junto con un empujón logró subir.
Ni bien subió escuchó ese
sonido celestial que le recordó lo que había estado buscando sin éxito:
— Buenas noches, 1,75.
¿Cómo va el partido?
— 2 a 0.
— ¿Para Boca?
— Ajá.
Se sentó atrás de todo e
intentó escuchar el partido pero no lo lograba, mucho ruido de motor, de
frenadas, de otros coches. Finalmente se durmió y cuando ya estaba llegando a
su casa sonó el teléfono.
— Hola.
— Hola.
— ¿Por dónde andás?
— Ciudadela, llegando al
COTO.
— ¿Recién por ahí?
— Sí ¿qué querés que haga?
— Nosotros ya comimos.
— ¿Y cómo va el partido?
— Recién erró un penal.
— Ah, ¿al final le empató
Central?
— Que un penal.
— Sí sí, pero entonces le
empató Central.
— No.
— ¿Cómo que no? Mamá, yo te
explico, cuando dos equipos empatan van a penales, ¿entendés? ¡Entonces no es
sólo un penal! Explicáme bien por favor.
— A mí tratáme bien, encima
que te digo.
— ¿Papá está? Dame con él.
— Ah claro, la tonta soy
yo, me usan a mí el teléfono para el partido ¿no? Si querés llamá vos.
— Pero me estoy quedando
sin crédito. Está bien, chau, chau, gracias ehhh.
Ya llegando a Ramos Mejía
ve que hay un nene sentado al lado de la máquina de boletos, escucha de la
radio Golllllllllllllllllllllllllll el
nene se alegra, habla con la madre:
— Gol, gol, gol de Viatri.
— ¿De Viatri?
— Creo.
Baja y mira el televisor de
un local de comidas que queda justo en la parada. Ve un 1 a 1.
— ¿Cómo va el partido?
— 1 a 1
— ¿Van a penales? Todavía
falta, es el segundo tiempo.
Llega corriendo a la casa. Ve a Mouche errar el gol, se queja como siempre de Mouche.
Y ahora sí, ahora sí va a
ver los penales y van a volver a putearlo a Mouche.
acláreme si son dos tiempos, el real que acontece llegando a zona oeste y uno anterior donde todo estaba ya finiquitado.
ResponderEliminarsigo aplaudiendo su mirada que es la que permite luego que nazcan las letras. El mérito de continuar viendo en medio de las velocidades y los asfixiantes cotidianos.
Claro, son dos tiempos. Tuve una confusión bastante importante gracias a la información errónea del colectivero a partir de la cual fui reconstruyendo el resto del partido.
Eliminar¡Muchas gracias! ¿Viste la entrada de Lispector? La anduvimos buscando por la feria del libro.
Saludos
Buenísimo, cuántas imágenes familiares, la prueba del dentista, el raspaje aliviador de sus instrumentos que devuelve una mordida decente, tratar de chusmear el partido por los ventanales de los bares, las puteadas a Mouche, etc. Un beso.
ResponderEliminarGracias SAL, así es, familiares y también colectivas, con los impedimentos informativos de un partido que se hacía desear.
EliminarSaludos y buena semana (a no congelarse jeje)
Muy buena! Ciudad y fúltbol... bien de Buenos Aires!
ResponderEliminarLo mejor: las puteadas a Mouche! jajaja!
Besos Virgi :)
Gracias Cucu-Caro, ahí paso por tu blog. jeje este Mouche nunca deja de sorprendernos...
EliminarAbrazo