"Compañero lector: si usted hace mucho tiempo que la yuga, tómese vacaciones. Duerma. Levántese a la santísima hora que se le de la gana; pasee, siéntese en una plaza y tome baños de sol mientras que un perro lo mira y mueve amistosamente la cola encontrando un amigo en usted; compañero lector: no trabaje tanto, descanse, recuéstese en una hamaca paraguaya, y tome la altura del sol con los ojos entreabiertos, que no hay cosa mas linda que tirarse a muerto, y mas ahora que se viene el calor. Hágale caso a su muy seguro y afectuoso servidor. No yugue tanto. No acumule millones para cuando sea viejo, ni haga meritos en la oficina. ¿Para que? Lea a los Santos Padres y lea a Kempis y luego agarre La Fija o Palermo y dígase:
—Yo atorro, luego existo — Este principio cartesiano es maravilloso.
—Yo atorro, luego existo."
Roberto Arlt, Fragmentos de Aguafuerte del 15 de noviembre de 1.929En este esfuerzo deliberado por querer hacerte caso caemos nuevamente en un miércoles de febrero en la ciudad, en la urgencia de los 60 minutos de almuerzo y al pasar por una plaza seguimos de largo, siempre seguimos de largo. Cuando estamos por despertarnos notamos que un retraso en minutos puede significar un viaje aún más complicado, problemas de tráfico, demoras y la queja del jefe. Hemos incorporado estos pequeños hábitos en nuestra rutina aunque no de la misma manera, claro.
Soñamos que estamos en una playa desierta o leemos libros en un colectivo repleto, apretados, casi sin espacio y observando cómo el que está parado gira su cabeza continuamente para ver qué es eso que nos tiene atrapados durante tantas cuadras. Tenemos a nuestro perro encerrado en casa, solo todo el día, para que cuando lleguemos nos reciba afectuosamente y así podamos sentirnos felices de que se alegre con nuestra presencia... Y entreabrimos los ojos mirando el sol pero porque después de tantas horas trabajando con la computadora nos arden y además el contraste con el encierro iluminado por luces de tubo nos abstrae completamente del afuera con sus sorpresas climáticas.
¿No será que leyendo tus aguafuertes Roberto nosotros, lectores, podemos sentirnos un poco en esa hamaca? pero lo de atorrar te lo debemos, no sea cosa de que en un descuido nos quedemos dormidos y aparezcamos quién sabe donde...