jueves, 26 de abril de 2012

Cine aún se respira

Ayer en la legislatura se llevó a cabo una audiencia impulsada por el proyecto de ley del diputado Juan Cabandié (FPV) que tiene por objetivo de preservar el cine Gaumont emplazado frente a la plaza del Congreso.  

Uno de los testimonios de la audiencia fue publicado en la cuenta de Twitter del INCAA:

El cine es mas que mi casa y no quisiera que sea otra cosa mas que cine. Nelly Ensina, acomodadora en el cine gaumont.

Nelly tiene razón, este cine es una casa. Ante el avance de las grandes cadenas con su homogeneización espacial, excesos de tarifas y falta de atención a los espectadores, el Gaumont resiste.

Nelly reconoce al jubilado o al estudiante que asisten cotidianamente y que aprovechan el precio con descuento de las entradas. Los mismos que cuando van al baño después de la función esbozan sus opiniones acerca de lo que acaban de ver con el compañero de fila. Quizás puedan proseguir la charla mientras se lavan las manos para comentar que ese actor les encanta, que es el mismo de la otra película.

Son esos mismos baños los que cobijan a los habitantes de la ciudad que viven en calles o plazas. Mamá e hija lavando la ropa en el baño y arreglándose. Y la misma ciudad que le es hostil, los mismos habitantes que los invisibilizan e ignoran compartiendo el baño. Una escena de la vida privada en familia, una nueva familia constituida por unos minutos.

También hay historias de amor de los que después de veinte años de casados siguen yendo a la misma sala. La misma sala que se preserva intacta recuperando la antigua atmósfera, las tonalidades. Se posibilita así la transposición del recurso cinematográfico de flash-back a la vida real.

Un acomodador espia adentro de la sala y se apasiona por quinta vez viendo Aballay



Importancia cultural, necesidad de preservar al cine nacional tan maltratado por otras salas, pero por sobre todo vivencias, experiencias. El Gaumont tiene su propia respiración, late en historias de vida, nos constituye como porteños y constituye la ciudad. Pero sabemos de cine Lyon (Cine Dúplex Caballito) o de Richmond. Que la desidia no venza una vez más...

***

Agrego estas bellas palabras que la actriz Aymará Rovera  publicó en su perfil de Facebook:

"Sueño que el Gaumont va estar siempre abierto, y nuestros hijos irán a ver cine, lleno de estrenos nacionales, y tantos otros cines que ya no están. 
Sueño en volver a mi tierra sureña bella y mía por lo menos un pedazo, y que los cines que están cerrados (uno una iglesia y otro un boliche) , se abran y la gente vuelva a soñar y a olvidarlo todo, a entrar al mundo de otros por lo menos por un rato...
Que el ritual del cine no se pierda, que nuestras películas duren mas en cartel, nuestro cine siempre nos identifica, nuestros actores, directores , autores, que las salas se llenen. Y que estemos mas orgullosos de lo nuestro que lo de afuera."

domingo, 22 de abril de 2012

Feria del libro

La conocimos en una librería de saldos, el precio promocional era tentador así que la llevamos. Su nombre resonaba, creíamos conocerla pero nunca supimos quién era hasta ese momento. 

Cada cosa tiene un instante en que ella es. Quiere adueñarse del es de la cosa. Esos instantes que resultan el aire que respiro: en fuegos de artificio estallan mundos en el espacio. Quiero poseer los átomos del tiempo (1)

Las crónicas de tapa naranja. En el colectivo, en el tren, en el subte, la llevábamos a todos lados, nos absorbía/absorbían. Pudimos haber llegado a creer que todo adquiría nuevos brillos, como palabras nuevas que recreaban la realidad circundante. Puntos de fuga se abrían hiriendo al espacio, escapábamos de una linealidad opresiva. 

Fotografío cada instante. Ahondo en las palabras como si pintara, más que un objeto, su sombra (1)

Pasamos a sus novelas, creo que no podríamos recordar con exactitud cuándo. Novelas, cuentos, fuimos bordando de a retazos una colcha de colores. Allí adentro dormíamos pero viviendo adentro y afuera de ella, en ella.

El día transcurre allá afuera porque sí y en mí hay abismos de silencio (2)

Óyeme, oye el silencio. Lo que digo nunca es lo que te digo y sí otra cosa. Capta esa cosa que se me escapa y sin embargo vivo de ella y estoy en sintonía con la brillante oscuridad. (1)

Nos interpelaba a tal punto que decidimos salir a buscar, a buscarla en nuestra actualidad. ¿En bares? ¿Huyendo de algún periodista? Quizás escondida en un departamento, escribiendo con la antigua máquina. No nos abriría la puerta, nos miraría desde adentro callada, seguiría ignorándonos. Sentiríamos el desagarro de una madre ausente, pero ella seguiría tan bella e inmutable con sus otros hijos. 

Su alejamiento nos lastimaría pero a la vez ella llegaría a nosotros por otros medios.


Te escribo para que además de la superficie íntima en que vivimos conozcas mi prolongado aullido de lobo en las montañas.
Me destilé todo: estoy limpio como el agua de lluvia.
Quintaescencia
Transfiguración (2)

Todavía teníamos un último recurso, quizás vendría a la Feria del Libro, trataríamos como sea de encontrarla en la Rural. Esta vez no nos podría ignorar, chocaríamos con ella para transmitirle nuestra admiración, se vivificaría como estatua eterna para seguir hablándonos, pero con su tonalidad particular, en un idioma que se nos había transformado en conocido. 

Mi voz cae en el abismo de tu silencio. Tú me lees en silencio. Pero en ese ilimitado campo mudo abro las alas, libre para vivir. (1)

La buscamos varios días pero se acercaba la fecha de cierre. Justo atrás de un enorme biombo divisamos un grupo de chicos en silencio, tendrían entre seis y once años, miraban hacia adelante absortos. Una luz fuerte nos impedía ver desde la distancia qué era lo que miraban así que nos acercamos olvidando de nuestro objetivo. Sin buscarla la encontrábamos, estaba allí con una voz tan dulce como punzante, alambrada. Entre los resquicios menos puntiagudos se abría toda ella, pura dulzura de orillas:


¿Ustedes están muy enojados conmigo por lo que hice? Entonces tienen que perdonarme. Yo también estaba muy enojada con mi olvido. Pero ya es muy tarde para lamentarme.
Les pido que me perdonen. De ahora en adelante nunca más me voy a distraer.
¿Me perdonan? (4)




Cita de obras de Clarice Lispector:

(1) Agua Viva
(2) Un soplo de Vida
(3) La mujer que mató a los peces

La foto  fue tomada en Nápoles (Archivo Clarice Lispector/ Archivo Museo de Literatura Brasilera/ Fundación casa de Ruí Barbosa, Río de Janeiro). Edición: María Virginia Gallo

domingo, 15 de abril de 2012

Posibles Buenos Aires - La amabilidad del Sr. López (Ilustra Oscar Grillo)

¿Quién soy? Intuyo que alguna vez se lo habrá preguntado. Pero buscando en la nebulosa de ideas inconexas su nombre lo alejaba de sí mismo. El eco de las siglas resonaba en su mente produciendo un vacío significante: E-P-O-L-Z, Z, L, O, E, Lo-péz, los que dicen yo.

***

Sentado en el escritorio maneja a la perfección las decenas de hojas desparramadas, los formularios que le entrego me invisibilizan. Pero claro, soy DNI, numerito y código de barras. ¿Y usted quién es? Me pregunto cuando descubro una amabilidad inusitada, tan acostumbrada como estoy al maltrato en materia de trámites. Me comenta que está allí desarrollando tareas administrativas a la espera de una jubilación. Tuvo dos accidentes cerebro-vasculares, me sorprende y también me alegra que esté tan bien. Apenas unos cinco minutos con intermitencias burocráticas me hacen admirar la vida del señor López, sobreviviente. Tengo que irme, el tiempo apremia, siempre. La empatía generada provoca que nos saludemos estrechándonos las manos. Esas mismas manos en las que aún persisten mínimas secuelas de los accidentes. Le agradezco su amabilidad y me voy apurada.



Obra de Oscar Grillo Los Pantalones Largos-The Long Trousers

***

Ojalá la jubilación, ojalá. Es que se nos pegan las telarañas, se adhieren a nuestro cuerpo, a nosotros, los que luchamos por salir. Estiramos un brazo, el otro, y a medida que se nos despegan de las manos se van adhiriendo a nuestras piernas. Sé que usted lo va a lograr, ya salió enfrascado como estaba en esas pausas que habrán parecido infinitas.

Los menos afortunados, los que no se encuentran pese a la persistencia omnipotente de los-que-todo-lo-saben. ¿Quiénes son en la maraña de cuerpos invisibles que luchan por un pedazo de vereda? Perdiéndonos así, estamos. Y alguna vez quizás logre recordar todo esto. Inmaterial, fugaz. Escrito.  

domingo, 8 de abril de 2012

Posibles Buenos Aires – La sensibilidad de Eduardo Grossman


Estás ahí. Hacés todos los días el mismo recorrido. Conocés cada vereda a la perfección, sabés de huecos, mosaicos flojos y pozos donde se junta agua. Los esquivás y seguís. Aca estoy.

Reconozco tu apuro, intuyo que llegás tarde al trabajo, que se te va el colectivo. Pero qué cara de dormido, hasta creo que tenés lagañas en los ojos, se ve que te levantás y salís corriendo ¿ni un mate che? Que rico el mate calentito con tostadas, yo prefiero de manteca y azúcar porque me hacen acordar cuando era chico. Acá estoy.

El humo de tu pucho me atrapa. Tengo unas ganas de pedirte uno, quiero volver a fumar pero no creas que me cuido, nada de eso, ¡es que no tengo un mango! Acá estoy.

Me parece que estás medio triste ¿Será que te quedaste sin laburo? Porque pasás cada vez menos y con el diario en la mano. Yo tampoco tengo laburo, hace ya cinco años, vivo acá, este cartón es mi techo y me tapo con lo que tiran los vecinos: telas, alguna sábana y con suerte alguna campera. Acá estoy.

Te veo mejor, como más alegre, ¿ya tenés nuevo laburo? ¿ojalá che? Acá estoy.

Hoy pasaste con una bolsa, creo que eran manzanas, me pareció sentir el olor, que rico. ¿Sabés hace cuánto que no como una? ¡Ni yo me acuerdo! Jeje. Estoy cansado de comer verduras podridas, las que tira el verdulero de la esquina, a dos cuadras de tu casa. Acá estoy.

Pero qué linda mina te conseguiste, tiene unos ojazos, ¿celestes no? Y un pelo largo, tan largo, me lo imagino cubriéndome todas las noches cuando me agarra ese frío horrible, siento que se me congela el cuerpo entero. Acá estoy.

¿Para cuándo el pibe? No te das una idea las ganas que me dan a mí de tener uno, un pibito, lindo, alegre, que juegue al fútbol y que me haga reír. Los nenes tienen algo más ¿viste? No sé que es, pero te ponen feliz. Pero ni mina tengo, ¿podés creer? ¡Con esta pinta! Jajaja. Acá estoy.

¿Ese camión lleno de cosas es tuyo? ¿Te vas? ¿A dónde? ¿Por qué? Contáme, dale. ¿A qué barrio te vas? Un gusto conocerte che, te voy a extrañar.



Botellero de Barracas. 1991. Foto de Eduardo Grossman

miércoles, 4 de abril de 2012

Fragmentos

Jueves

Día de copa Libertadores. La profesora ingresa a dar sus últimas horas de clase esperando que en la zona alguien pueda gritar los goles. El silencio externo es absoluto, sepulcral, piensa que "son todos sus amargos" o que el partido va cero a cero. Sale del aula y se dirige al preceptor diciéndole en voz baja que necesita hacerle una pregunta, el preceptor se acerca con un gesto de duda y preocupación:

─Necesito saber algo.
─ Decíme.
─ ¿Cómo va el partido de Boca?
─ Ahhhh ¿eso era?
─ Sí.
─ Seguíme.

Avanzan por el pasillo hasta un aula, ingresan y el preceptor en tono serio llama a un alumno:

─Borges, venga para acá por favor que la profesora necesita hacerle una pregunta.

Borges avanza y se saca uno de los auriculares. La profesora lo mira y siguiendo el tono solemne de la situación impuesto por el preceptor efectúa la pregunta:

─Borges, dígame por favor cómo va el partido.
─Uno a cero Boca.
─¿Gol de quién? Porque de Mouche no creo, salvo que haga mal un centro...
─De Ledesma, obvio.

Domingo


Después de un muy lindo festejo de cumpleaños recuerda que a esa hora comienza el partido de Boca contra Estudiantes. Caminando hacia avenida Córdoba recibe un mensaje:

Angel 
1 Abr, 2012 19:43:43
Empezo ganando Boca! Gol de Silva!

Continúa, logra olvidarse del partido por unos minutos. Escucha un grito desde una ventana. El sonido se pierde en la profundidad de la calle que avanza entre las facultades surcando un oscurso silencio únicamente interrumpido por el maullar de los gatos. Se pregunta si fue otro gol ¿de quién? y la respuesta llega con tono de celular:

Angel
1 Abr 2012  19:58:49
Atajada de Orion, y gol de Boca, 
Ledesma.
Habemus arquero!

Sigue caminando buscando el resultado, alguna imagen, ¿más goles? Sube al colectivo 132 y desde la ventanilla logra divisar tras los vidrios de un bar la pantalla de televisión, se ven imágenes de una publicidad que vaticinan entretiempo. Avanza por la avenida Rivadavia y ve otra pantalla, predomina el color verde de la cancha con una vista aparentemente desde arriba. Entretiempo confirmado. 

Cuando sube al otro colectivo desea que el chofer sea de Boca, que esté escuchando el partido. Pero no, ni siquiera música, nada. Piensa que ya es hora de comprarse una pequeña radio, de esas que aún escuchan los señores arrimándola a la oreja. Recibe dos mensajes:

Pablo
1 Abr 2012  20:59:13
Gol

Angel
1 Abr 2012  20:59:28
Habemus otro gol, si Mouche!

Cuando llega las repeticiones le recuerdan su ausencia y la necesidad de sentir la adrenalina del momento, esa que se le iba colando en el viaje. Otra vez se perdió el gol de Silva pero llegó para el de Ledesma.

Lunes

Desde adentro del subte comienza a escuchar la guitarra eléctrica, es el señor que toca en Florida. Algunas veces la permanencia en la estación le permite escuchar un poco más de la melodía pero esta vez recién empieza, cree conocer el tema, siente que es una atisbo de... Empieza a tararearla mentalmente: "I´m walking in the rain, tears are falling and I feel the pain, wishing you were here by me, to end this miseryyyy, and I wonder wa-wa-wa-wa-wonderrr". Tiene ganas de bajarse pero el subte arranca y a los pocos metros frena de golpe mientras se escucha un estruendo. Ve que una chica se toca el cuello y mira para atrás. Parece que el ruido fue del que le intentó robar y casi se cae a las vías. El subte arranca nuevamente. Se bajan.

Una nena sube con un bebé en brazos, pide ayuda para su hermanito, está descalza. Cree que es el mismo bebé de la otra vez que lloraba y vomitaba. Esa misma nena con otra, ambas diez años, lo limpiaban. Esa vez temió, tuvo una sensación de muerte, era tan chiquito y débil, pensó. Sintió el calor agobiante, el zarandeo en su cuerpito ínfinimo. Los metales del vagón que lo oprimían. El vomito ya sin llanto. El mismo bebé. Me sobrevivió.

Nunca

La calle Florida
historias inclusas
como ausencias
irrecuperables