Uno de los
testimonios de la audiencia fue publicado en la cuenta de Twitter del INCAA:
El cine es mas que
mi casa y no quisiera que sea otra cosa mas que cine. Nelly Ensina, acomodadora
en el cine gaumont.
Nelly tiene razón, este
cine es una casa. Ante el avance de las grandes cadenas con su homogeneización espacial,
excesos de tarifas y falta de atención a los espectadores, el Gaumont
resiste.
Nelly reconoce al jubilado
o al estudiante que asisten cotidianamente y que aprovechan el precio con descuento
de las entradas. Los mismos que cuando van al baño después de la función esbozan
sus opiniones acerca de lo que acaban de ver con el compañero de fila. Quizás puedan
proseguir la charla mientras se lavan las manos para comentar que ese actor les
encanta, que es el mismo de la otra película.
Son esos mismos
baños los que cobijan a los habitantes de la ciudad que viven en calles o
plazas. Mamá e hija lavando la ropa en el baño y arreglándose. Y la misma
ciudad que le es hostil, los mismos habitantes que los invisibilizan e ignoran
compartiendo el baño. Una escena de la vida privada en familia, una nueva
familia constituida por unos minutos.
También hay historias
de amor de los que después de veinte años de casados siguen yendo a la misma
sala. La misma sala que se preserva intacta recuperando la antigua atmósfera, las
tonalidades. Se posibilita así la transposición del recurso cinematográfico de
flash-back a la vida real.
Un acomodador espia adentro de la sala y se apasiona por quinta vez viendo Aballay.
Importancia cultural, necesidad de preservar al cine nacional tan maltratado por otras salas, pero por sobre todo vivencias, experiencias. El Gaumont tiene su propia respiración, late en historias de vida, nos constituye como porteños y constituye la ciudad. Pero sabemos de cine Lyon (Cine Dúplex Caballito) o de Richmond. Que la desidia no venza una vez más...
***
Agrego estas bellas palabras que la actriz Aymará Rovera publicó en su perfil de Facebook:
"Sueño que el Gaumont va estar siempre abierto, y nuestros hijos irán a ver cine, lleno de estrenos nacionales, y tantos otros cines que ya no están.
Sueño en volver a mi tierra sureña bella y mía por lo menos un pedazo, y que los cines que están cerrados (uno una iglesia y otro un boliche) , se abran y la gente vuelva a soñar y a olvidarlo todo, a entrar al mundo de otros por lo menos por un rato...
Que el ritual del cine no se pierda, que nuestras películas duren mas en cartel, nuestro cine siempre nos identifica, nuestros actores, directores , autores, que las salas se llenen. Y que estemos mas orgullosos de lo nuestro que lo de afuera."
Hola M.V.:
ResponderEliminarQué buena Crónica.
Es muy bueno que exista un Proyecto para preservar los mal llamados "edificios viejos"; debemos considerar que los materiales pueden ir obsoleciéndose, pero de ninguna forma las arquitecturas en sus formas y espíritu.
No debe ocurrir de nuevo lo de Richmond.
Gaumont debe conservarse.
Existe en muchos países normas o regulaciones como la felizmente propuesta; en muchos se puede ver que se mantiene la estructura de la arquitectura urbana.
Como vos decís, la solidez, persistencia y permanencia: nos constituye en lo que (para bien o mal) somos. Muy bien ahí.
Saludos.
Muchas gracias Daniel.
ResponderEliminarTenés razón respecto a otros países, el nuestro lamentablemente viene muy relegado.
Saludos, buen fin de semana