domingo, 4 de noviembre de 2012

Sábado

Las lucecitas de los puestos de Liniers que están al lado de las vías se vuelven apenas visibles con el humo de los parrillas. Entre ascensos y descensos de colectivo dos amigos toman cerveza en la barra. Una joven se saca los auriculares y mueve uno de sus pies al ritmo de la música de la rockola: 

Y esto es cumbia callejera
y se baila
¡con los parlante en la vereda!

¡De la calle!
¡De la calle!

Toma este Rajatán, que traigo ese chack que hace falta,
Quítate la cara de santa,
Toma este Rajatán, que tengo lo tuyo en la ronda...
Dale terminamo en mi casa.


Del otro lado de la General Paz, al lado del bingo, un bar. Una mujer está parada justo al lado de la parrilla y un hombre se le acerca. Hablan. Él extiende la mano para acariciarla. Ella se resiste. Se pierden en las calles laterales. 

Desde un un auto viejo, prácticamente destartalado, suena un tema de Creedence. El auto desaparece en medio de un grupo de jóvenes que bailan con cerveza en mano.

De acá. Ella vuelve semidormida en un colectivo. Alguien espera durante media hora el tren que nunca va a llegar. Él siente que le acaban de robar el celular. Ella llora una muerte. El tren que no viene. De allá. La música que no cesa en un ir y venir frenético. Los cuerpos. El sudor que no interrumpe a las bocas. Los que olvidan. Cantan. 

Que ninguna lucecita
que ningún tema
que ningún choripan
impida
la transición 
de los que ya no ven
ni lloran
continuamente
buscándose



2 comentarios:

  1. A estas imagenes me las represento con este calor agobiante, y si, dejan de ser representaciones para ser recuerdos, de la buenos aires cercana a fin de anio.

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  2. ¡Muy bueno SAL! Claro, puede ser perfectamente, me encantó tu interpretación. Saludos y gracias por pasar

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