El cochecito iba y venía impulsado por un pie nervioso. Las extremidades se dividían para mantener el cuaderno y la lapicera.
Uma tenía calor y ese era uno de los motivos para salir del hotel. El dolor de estómago ya no tenía solución, se había acostumbrado a convivir con el ruido a tripas y la visualización de manjares pasajeros: pancho, bizcochitos, gaseosa, papas fritas. La beba esta vez no lloraba, dormía agobiada por el calor.
Nada de eso era motivo de inspiración para Uma que de cuatro a seis de la tarde escribía, adentro o afuera. Afuera era más fácil porque adentro el olor a heces y a vómito la agobiaba. Olores y ruidos de todo tipo.
Lindo pasar y ver que todo está en su lugar. Uma escribiendo, usted publicando. Saludos!
ResponderEliminar¡Agustín! ¡Qué gusto volver a leernos! :-) Un abrazo
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