domingo, 17 de agosto de 2014

Amores – Cementerio de Chacarita

Recuerdo la primera vez que la vi, tan sensual, fresca, linda toda ella. No me animé a hablarle porque bailaba con un chico y pensé que era su novio… “Ke linda sos” quería ponerle en un SMS, porque en esa época no existía el WhatsAp. Pero no tenía su celular y tampoco sabía si le gustaban las chicas.

Pasaron varios meses hasta que la volví a encontrar. Ella pensaba que me veía por primera vez pero yo a ella la había retenido y actualizado muchas veces. Era amiga de un amigo y nos cruzamos en un centro cultural, nos presentaron y listo.

Meses más tarde me llegó un mensaje para ir a una fiesta, era ella que ahora se presentaba como Juana. Le pidió a mi amigo el número y me escribió. Fuimos a la fiesta y bailamos mucho hasta marearnos. Recuperaba una sensación que tenía cuando era chica, un éxtasis total, vueltas incontrolables. Una especie de desprendimiento del tiempo y el espacio acompañado por cachetes colorados y la pérdida del aliento. La calma inmediata de oídos zumbando con el cuerpo desparramado por el piso. 

Terminamos las dos desparramadas en su departamento. El amanecer fue cuerpo de Juana con sabor amargo y náuseas. Quería salir a la ciudad, la ahogaba el ambiente pequeño con un penetrante ruido a bombos. Silencio y paz era lo que necesitábamos.

Llegamos al cementerio de la Chacarita exhaustas pero con una prolongación de las ganas de besarnos. Tantas ganas de Juana... Paseamos hasta encontrar un pequeño lugar con una pérgola, una especie de pequeño rosedal de Palermo. A nuestro alrededor un campo de tumbas se abría permitiéndonos adivinar años de muerte. Sus besos. Me contó cómo murieron sus abuelos. La rugosidad de su pullover. Le confesé que la conocí antes. Perfume tibio. Quería terminar el colegio. Su cuello. Mentí, le dije que quería seguir estudiando. El roce del jean. Mirá, nuevo entierro. Sabor noche.

En algún momento decidimos levantarnos, estábamos doloridas por la postura obligada del banco de cemento. Caminamos sin rumbo hasta la zona de los inmortales como le llaman. Juana me abrazó toda entera como llorándose. 






2 comentarios:

  1. Amor, vida, muerte y de nuevo el amor dando vida... a todos, a cada cosa, a cada rato...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Ale! Gracias por pasar y hermosas palabras, poéticas :-)

      Un abrazo

      Eliminar