sábado, 23 de junio de 2012

Con vos


Juli tiene doce años y todas las mañanas ingresa corriendo a la estación Uruguay de la línea B de subterráneos. El ingreso consiste en mamá Thema pasando por los molinetes y Juli ingresando por la puerta del costado. Juli nunca le confesó a Thema que le gustaría entrar como los otros chicos por los molinetes, se limita a seguir la rutina con rapidez para que no se de cuenta el guarda. Después bajan corriendo las escaleras e ingresan a las apuradas en el subte con miedo de que las puertas se cierren ante la inminencia de la señal sonora. Juli tiene miedo de entrar y que Thema se quede del otro lado, no quiere viajar sola pese a que le advirtieron que a partir del próximo año ya no la acompañarán más. “Estás en un periodo de adaptación” le dijo un día la abuela Elsi pero para ella la adaptación significaba una eterna y dolorosa despedida de mamá, de las charlas en el vagón. ¿Cómo iba a bajar entre tanta gente? ¿Quién le iba a dar la mano salvadora?

La abuela Elsi era chueca, había quedado con una pierna más corta después de una artritis infecciosa que tuvo cuando era chiquita. Juli recién se dio cuenta a los diez años, había naturalizado su estilo de caminar a tal punto que no le parecía diferente de los demás. Y preguntó, preguntó desde un profundo amor por Elsi, por Elsi chueca, por Elsi abuela. No supo entender bien lo de la enfermedad pero inmediatamente comenzó a comparar el andar de todas las personas tratando de distinguir algún paso característico, algo que los distinguiera o asemejara de la abuela.

Que la mamá se llame Thema tampoco fue algo que le llamara la atención, era mamá Thema. Las otras mamás se llamaban María, Susana, Victoria, Virginia, Liliana, Sandra, Claudia, pero ninguna Thema. Quizás podrían decirle “Zema” pero todos preferían decirle “Tema”. Y el mundo de Juli era Thema, era Elsie, era recorrer las calles que le resultaban peligrosas, avanzar entre la gente alta, los gritos de los vendedores ambulantes. Ese mundo comenzó a agrietarse el día que entró por primera vez al subte por los molinetes, ese día se sintió grande, se sintió feliz. Thema pasó por un molinete y Juli por otro, entraron corriendo al vagón y las puertas la golpearon a Juli pero apenas le dolió. Un hombre se acercó a Thema y la miró a Juli. Thema lloró, lloró como nunca antes había llorado, lloró como nunca antes la había visto llorar Juli. Y Juli pensó que esa era la despedida, que mañana iba a volver al cole sola, que no sabía bien en donde bajarse y ¿cómo iba a ver los carteles si estaban tan altos? 



viernes, 15 de junio de 2012

Gritálo, gritálo, gritáloooooooooooo


El bar de avenida Rivadavia no parece de lo más acogedor pero los precios son relativamente baratos y hay una mesa justo en frente del televisor. Piden dos cafés y se acomodan para ver el partido.
Durante el primer tiempo un vendedor ambulante pasa por las mesas ofreciendo accesorios para el pelo. Va entregándolos mesa por mesa hasta que gira la cabeza y ve a un jugador. Podría haber seguido vendiendo pero al ras del pasto el jugador despliega algo que lo atrae: “A este no lo para nadie”. Finalmente sale del bar y desde adentro gritamos “Uhhhhhhhhhhhh” así que mira por la ventana un reflejo de la pantalla en un espejo, ve la repetición y se enoja. Primer gol de Brasil a los veintidós minutos.
Atrás nuestro se sienta un señor mayor y a los pocos minutos hace un gol Messi. Hacer un gol es una expresión bastante general e incompleta que debería ser reemplazada por miradas atónitas, un grito seco y fuerte acompañado por sucesivos gritos que crean la sensación de simultaneidad, manos levantadas, risas cómplices y las palabras del señor recién llegado: “Y si no nos salva este, no nos salva ni el diablo”.
En el segundo tiempo entra un señor con sobretodo, cara pálida, ojos azules y pelo gris. Ni bien se sienta uno de los mozos le alcanza una cerveza. Entra un nene con una chica que van a la mesa del mencionado señor:
—Saludálo.
El nene se acerca y le da un beso.
—Papá, dale a papá la hojita que le trajimos de regalo para él, la de él eh, no la de mamá.
—Quiero Coca, quiero Cocaaaa.
—What did he say?
—That he wants Coca.
—Portáte bien eh, no hagas lío y saludálo a papá que tenemos que volver con mamá.
Entra un vendedor ambulante y después de mirar el televisor se nos pone a hablar, nos pregunta quién hizo el primer gol, cómo va el partido. Un mozo lo ve y le dice que se siente y que lo vea, que no hay problema.
Desde afuera del bar se asoma una manito que se adhiere a la ventana dando golpecitos y mirando al señor de sobretodo que lo saluda y le tira besos con la mano. El nene repite la acción, sonríe y sale hacia atrás empujado por la mano de la chica.
El mozo pasa al lado de la mesa: —¿Qué hacés Kevin?
Empieza el segundo tiempo y estamos todos mirando la pantalla. Los goles de Brasil son acompañados con puteadas y respectivos “Uhhhhhhhhh”. A medida que la gente sigue ingresando al bar consultan y comentan cómo va el partido. Una señora que se sienta empieza a hacer preguntas sobre los jugadores y las jugadas sin obtener ningún tipo de respuesta. El señor del sobretodo, ahora Kevin, empieza a reduplicar con acento en inglés nuestras expresiones.
De repente todo recomienza y lo que creímos un final 3 a 3 se convierte en una par de jugadas bastante favorables. Después viene ese otro suceso que resiste a la representación, que excede a las capacidades de esta cronista-espectadora. La red tiembla, explotan nuestras voces, se levantan nuestras manos, nos miramos reconociéndonos, el vendedor ambulante se ríe y ya comienza a agarrar su mochila para irse pero Kevin, el inglés, el de sobretodo, el de la cerveza, Kevin, repite una y otra vez:
—Ohhhh Je-sus! Jesus! 

miércoles, 6 de junio de 2012

Arqueológicas – Mi living


Berta empuja el changuito con todas sus fuerzas. Lleva osobuco, puerro, papa, zapallo, choclo, zanahoria, cebolla y apio para hacerse una sopa a la noche. Tiene prohibido cargar las bolsas desde que se fracturó la cadera y estuvo varios meses recuperándose. Por culpa de esa fractura tuvo que abandonar la antigua casa de tres pisos. Ella quería quedarse pero los hijos le recomendaron mudarse a un departamento más chico de un ambiente como para que le resulte más fácil moverse.

Berta empuja el changuito y recuerda cada uno de los espacios de su casa. El living todo decorado por el recibimiento de Luisito que se había convertido en médico. En ese mismo living correrían unos años después los nietos, la Belén y Juancito que terminaron destruyendo a pelotazos la araña reluciente que iluminaba de una forma tan cálida el ambiente. Después la reemplazarían con unas lámparas modernas que Berta no odió gracias a que fueron los nietos los causantes del reemplazo. El baño en donde jugaba durante horas Nené que una vez casi se ahoga intentado aguantar la respiración mientras juntaba las monedas como en el programa de la tele. El primer piso con el cuartito en donde su marido Don Antonio había preparado un taller de reparación de electrodomésticos. Gracias a él los vecinos del barrio recuperaron sus radios Spica al ritmo de: “Tome Ginebra Bols, el sabor del fútbol”.  La cocina donde amasaba las pastas del domingo y la ventana por donde se asomaba el gato de la vecina al que le daba rigurosamente el chorizo colorado que tanto le gustaba a él y a ella.  

Berta empuja el changuito por avenida Boedo pero no levanta la cabeza, no soporta el panorama. 



viernes, 1 de junio de 2012

¿Cómo va?


El sabor era efectivamente fuerte, tal como lo anunció María Laura la odontóloga. Después vendría el ruido agudísimo del torno puliendo el molde, las pruebas de abrí cerrá abrí cerrá abrí cerrá y el pelo lleno de pedacitos de plástico con efecto caspa.

Ni bien salió del consultorio se dirigió a tomar el 132 y llamó:

— ¿Cómo va el partido?
— Ahí la agarra Mouche, la pierde Mouche, la agarra…

Por la avenida Rivadavia intentaba captar alguna imagen de los televisores de los bares pero a medida que estaba por ver algo se cruzaba otro colectivo o el chofer aceleraba.

El segundo colectivo tardó más de lo habitual y para colmo tuvo que quedar muy mal ubicado (cortando dos manos de Rivadavia) gracias a otro coche cuyo conductor se resistía a abondar la posición. Los pasajeros intentaban respetar la cola, ella paraba a una de atrás que se quería mandar a toda costa y ayudó a subir una chica ciega. Una señora le manifestó su preocupación:

— Ah no, yo con los problemas de cervical que tengo no sé si podré subir, está muy lejos del cordón.
— No se preocupe señora que yo la ayudo.
— Mmmm pero no, no sé.

La señora agarró el changuito y junto con un empujón logró subir.

Ni bien subió escuchó ese sonido celestial que le recordó lo que había estado buscando sin éxito:

— Buenas noches, 1,75. ¿Cómo va el partido?
— 2 a 0.
— ¿Para Boca?
— Ajá.

Se sentó atrás de todo e intentó escuchar el partido pero no lo lograba, mucho ruido de motor, de frenadas, de otros coches. Finalmente se durmió y cuando ya estaba llegando a su casa sonó el teléfono.

— Hola.
— Hola.
— ¿Por dónde andás?
— Ciudadela, llegando al COTO.
— ¿Recién por ahí?
— Sí ¿qué querés que haga?
— Nosotros ya comimos.
— ¿Y cómo va el partido?
— Recién erró un penal.
— Ah, ¿al final le empató Central?
— Que un penal.
— Sí sí, pero entonces le empató Central.
— No.
— ¿Cómo que no? Mamá, yo te explico, cuando dos equipos empatan van a penales, ¿entendés? ¡Entonces no es sólo un penal! Explicáme bien por favor.
— A mí tratáme bien, encima que te digo.
— ¿Papá está? Dame con él.
— Ah claro, la tonta soy yo, me usan a mí el teléfono para el partido ¿no? Si querés llamá vos.
— Pero me estoy quedando sin crédito. Está bien, chau, chau, gracias ehhh.

Ya llegando a Ramos Mejía ve que hay un nene sentado al lado de la máquina de boletos, escucha de la radio Golllllllllllllllllllllllllll el nene se alegra, habla con la madre:

— Gol, gol, gol de Viatri.
— ¿De Viatri?
— Creo.

Baja y mira el televisor de un local de comidas que queda justo en la parada. Ve un 1 a 1.

— ¿Cómo va el partido?
— 1 a 1
— ¿Van a penales? Todavía falta, es el segundo tiempo.

Llega corriendo a la casa. Ve a Mouche errar el gol, se queja como siempre de Mouche.

Y ahora sí, ahora sí va a ver los penales y van a volver a putearlo a Mouche.