Juli tiene doce años y todas las mañanas ingresa
corriendo a la estación Uruguay de la línea B de subterráneos. El ingreso
consiste en mamá Thema pasando por los molinetes y Juli ingresando por la
puerta del costado. Juli nunca le confesó a Thema que le gustaría entrar como
los otros chicos por los molinetes, se limita a seguir la rutina con rapidez
para que no se de cuenta el guarda. Después bajan corriendo las escaleras e
ingresan a las apuradas en el subte con miedo de que las puertas se cierren
ante la inminencia de la señal sonora. Juli tiene miedo de entrar y que Thema
se quede del otro lado, no quiere viajar sola pese a que le advirtieron que a
partir del próximo año ya no la acompañarán más. “Estás en un periodo de
adaptación” le dijo un día la abuela Elsi pero para ella la adaptación
significaba una eterna y dolorosa despedida de mamá, de las charlas en el
vagón. ¿Cómo iba a bajar entre tanta gente? ¿Quién le iba a dar la mano salvadora?
La abuela Elsi era chueca, había quedado con una
pierna más corta después de una artritis infecciosa que tuvo cuando era chiquita. Juli recién se dio cuenta a los diez años, había naturalizado su
estilo de caminar a tal punto que no le parecía diferente de los demás. Y
preguntó, preguntó desde un profundo amor por Elsi, por Elsi chueca, por Elsi
abuela. No supo entender bien lo de la enfermedad pero inmediatamente comenzó a
comparar el andar de todas las personas tratando de distinguir algún paso
característico, algo que los distinguiera o asemejara de la abuela.
Que la mamá se llame Thema tampoco fue algo que le
llamara la atención, era mamá Thema. Las otras mamás se llamaban María, Susana,
Victoria, Virginia, Liliana, Sandra, Claudia, pero ninguna Thema. Quizás
podrían decirle “Zema” pero todos preferían decirle “Tema”. Y el mundo de Juli
era Thema, era Elsie, era recorrer las calles que le resultaban peligrosas, avanzar
entre la gente alta, los gritos de los vendedores ambulantes. Ese mundo comenzó
a agrietarse el día que entró por primera vez al subte por los molinetes, ese
día se sintió grande, se sintió feliz. Thema pasó por un molinete y Juli por
otro, entraron corriendo al vagón y las puertas la golpearon a Juli pero apenas
le dolió. Un hombre se acercó a Thema y la miró a Juli. Thema lloró, lloró como nunca antes había llorado, lloró como nunca
antes la había visto llorar Juli. Y Juli pensó que esa era la despedida, que
mañana iba a volver al cole sola, que no sabía bien en donde bajarse y ¿cómo
iba a ver los carteles si estaban tan altos?
Hola M.V.:
ResponderEliminarMuy bueno.
Hay de todo en el cuento: infancia, lugares, circunstancias, experiencias, transferencias, conocimiento, recuerdos, descubrimiento, miedo y aspiración.
Algo como "el miedo a lo tarde", de Lugones.
Te felicito, muy bien escrito (aunque no soy nadie para decirlo, che).
Thema es un nombre femenino que es raramente usado. Es notable cómo antiguamente como se cambiaban los nombres, en especial en épocas de inmigrantes.
Esa foto es tuya, de nena.
Y en tu ciudad.
¿O me equivoco?
Beso.
¡Muchas gracias! Me gustó mucho tu comentario :-)
EliminarYo creo que todos podemos opinar de los textos y valoro todas las opiniones. También pienso que más allá de las cuestiones formales hay algo más que raras veces aparece y nos conmueve, eso es lo que me interesa generar y que me generen los textos que leo.
Uy, la verdad es que no tengo muy leída la obra de Lugones así que te pido alguna pista más jeje.
Te cuento bien cómo apareció el nombre Thema. Efectivamente vi a dos personas en el subte, una nena y una mujer. Las vi una vez, las vi otra vez y siempre estaban corriendo. Y esa imagen me perseguía hasta que la uní a dos nombres que aparecieron de golpe sin saber bien de dónde venían. Uno de los nombres, efectivamente Thema, me resultaba tan raro como atractivo. No tengo idea de dónde salió la inspiración, pero recuerdo que fue cuando salía del subte por la escalera mecánica. Ahora anoto todo en una libretita que me regaló una amiga para no olvidarme porque antes las ideas aparecerían pero a veces se me escapaban.
Sí, esa foto es mía. Fue tomada en la vereda de la casa de mis abuelos en Tapiales, estoy con dos zancos de madera que me construyó mi abuelo y sobre una pila de arena.
Un abrazo
Me hizo sentir en la piel de Juli, temer por el futuro (sería un crecimiento?), sospechar un padre en ese hombre. Me gustó, claro. Un beso.
ResponderEliminar¡Buenísimo! Sí, yo diría que sí, un crecimiento. Gracias por pasar, un abrazo.
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