El 2 de diciembre de 1979 él ya
tenía más de veinte años y vio como cerraban una puerta de su alma. El partido
había sido muy aburrido. Boca no se lució para nada y su equipo tampoco brilló
tanto; pero el espectáculo estaba en la hinchada. Muchos llorando, otros
tratando de grabar en su memoria algo de lo que era parte de su vida, de la
vida del barrio. Ese día desaparecía. Él mismo miró a su viejo. Sentado en ese
tablón de madera años después un hijo le acercaría de regalo en un cumpleaños y
recordó. Recordó el club de ajedrez, la pileta techada, los bailes sociales… Pero más que nada recordó el pote de yogur que ese hombre que tenía al lado le
entregaba como premio domingo por medio mientras miraban jugar a la reserva…
Esa tarde cuando el Gasómetro cerró sus puertas quedaron encerradas en él
muchas alegrías, sueños, historias que con él fueron derribadas.
El tiempo se encargó del resto.
Las exigencias laborales y familiares intentaron llevarse puesta su alma… Sólo
un día a la semana, a veces desde la tele de casa, a veces desde una popular
lejana parecía revivir.
Al barrio le pasó otro tanto. Las
promesas que disimularon estafas y robos no trajeron el progreso y los empleos habían
servido de tapadera. Mataron al fiado, al verdulero que sabía quién era
alérgico a qué cosa, al “¡Ché, vieja!
Llamá a la señora del diarero que hoy no abrió… a ver si le pasó algo”. Como
un planchazo a los tobillos también quebraron a los Discépolos, a los Subiela,
a los Di Tellas, a los Soriano, a los Pappos. Una vez cada tanto, una murga
intentaba revivir al barrio. Unos “chiflados” pasaban como “cometas” y
devolvían la “gloriosa” sensación que nada había desaparecido pero no era así.
Un agujero en el centro de su alma y un hueco enorme en plena Capital eran la
prueba del desfalco.
Los treinta y tres años que
siguieron pasaron como pasan todos los grandes partidos: golpe y contra golpe.
Malas dirigencias y peores gobernantes se olvidaron de resarcir el daño. Y él,
intentando que no se le apague el alma, seguía gritando, alentando, pidiendo. Siempre
llevó esos colores encima, incluso cuando no los llevaba. Ese destino
compartido por tantos miles les permitía reconocerse, saberse acompañados.
Un 8 de marzo decidieron
juntarse. Sacaron sus galas: banderas, paraguas, remeras, gorros, bufandas y
comenzaron a encontrarse… Pensaron que eran muchos pero luego vieron que eran
más. Se saludaron como hermanos de toda la vida, como simples “carasucias” que
mutan en “matadores”. Y decidieron gritar y cantar juntos su dolor y su
alegría, su orgullo y su pena. Exigir lo que les es propio por derecho.
Él ya no pudo ver a su viejo. Hacía
tiempo que ese “cuervo” había partido del nido. Pero sorprendido vio que no estaba
solo. La vista no encontraba dónde terminaba la gente. De repente estaban todos
juntos, igual que hace treinta y tres años. Él se encontró rodeado y se
estremeció. Sus hijos cantaban, sus amigos cantaban, los “santos” cantaban… y
los que no eran santos también porque cuando el alma grita ni la violencia, ni
la corrupción, ni la competencia pueden callarla.
Así que cantá conmigo, por él, por mi barrio: ♫♪ Yo quiero a la banda de fiesta y en pedo. Sabemos que vamos a volver a Boedo. A tanta locura no hay explicación, si yo de pendejo que estoy junto a vos. Tanto sentimiento tanto carnaval, nos hizo gloriosa por la eternidad ♫♪♫
Irusta, Gramari, Albrech, Paez, Telch, Magliolo, agachados: Doval, Rendo, Arean, Veira, Casa.
ResponderEliminarPerfecto José, la formación completa del equipo de la foto (Carasucias, año 1965). Ese sentimiento de hincha que recuerda formaciones completas recuperando los sentimientos vividos en la época.
ResponderEliminarSaludos y gracias por pasar
ES PRECIOSO!!!!!!!!! NO PARO DE LLORAR. ES MI VIDA, LA DE MI FAMILIA, LA DE LOS QUE YA NO ESTÁN CONMIGO.
ResponderEliminarQUE GRANDE QUE SOS CICLÓN.
ES ALGO QUE SE SIENTE, NO SE EXPLICA
SALUDOS
Escribir: Muchas gracias, que bueno que te gustó, ya le mostré a Susana tu comentario. Entiendo la pasión por el fútbol, tal cual, nada que explicar, puro sentir.
ResponderEliminarSaludos y mucho gusto
Escribir: Gracias por tanto sentimiento. En este espacio Virginia arma y desarma la ciudad de muchas formas a la vez... pero con el mismo conductor: LA PASIÓN. Gracias a ella pude compartir parte de la mía. Un abrazo
ResponderEliminarSusana
Gracias a vos, este lugar respira Buenos Aires con todos los hinchas de fútbol y los espacios que nos constituyen. Tu relato es pura pasión, recuerdo y resistencia al olvido. Tal como te comenté el día de la marcha me impactó ver tanta gente, familias y la tuya es una de ellas.
EliminarAbrazo
Me acuerdo que alguna vez lei un reportaje a Soriano, donde contaba que desde que no estaba mas el gasometro, todo era distinto, que antes conocia cada rincon, sabia por donde escaparse. Aca se revive ese sentimiento, y tan bien contado como lo hacia el gordo.
ResponderEliminarBueno Susana es muy fanática de Soriano así que ya mismo le paso tu comentario.
EliminarSaludos y buen finde, gracias por pasar.
Juan Carlos Capra dice:
ResponderEliminarMuy bueno y emocionante, Virginia. Te agradezco que te acordases de mí.
Como sabés, el CASLA era para mí como el patio de mi casa, tanto que compartíamos medianera (yo vivía en Inclán 4320). Pasé mi infancia y adolesencia disfrutando de todas sus instalaciones y, por supuesto, los domingos del glorioso Gasómetro. Para despertar la sana envidia de muchos cuervos, te cuento que tengo en mi casa un tablón de lapacho, que pulí personalmente a espejo, del viejo estadio. ¡Una reliquia! Felicitaciones por el Blog.
Carlos: Que bueno que te gustó, mamá me comentó lo del tablón y se que sos fanático del Ciclón así que me alegra que te llegue un poquito de Boedo y de recuerdos desde aquí.
ResponderEliminarSaludos y muchas gracias
Eras vecino! Mi familia tenía un almacén en Tarija al 4400 y después en Pavón a la misma altura y ¡mi viejo también tiene un tablón! San Lorenzo siempre fue y es pasión de multitudes pero como bien dice SAL desde que no está el Gasómetro hay una herida abierta en el corazón de la hinchada y de tanta gente que, como mi vieja, no es de nuestro equipo pero sí encontraba en el Club el elemento cohesivo del barrio. De esos barrios que la modernidad muta, cambia pero que se conservan en el corazón. Gracias por los mimos. Un abrazo Susana
ResponderEliminarVOLVIMOS!!!!!!!!!! :-)
ResponderEliminar:-)
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