lunes, 30 de agosto de 2010

Infancias


Un abuelo y su nieto meriendan en Puerto Madero, apenas hablan. El abuelo abre un sobre, lee unas boletas y finalmente el nieto le comenta que necesita comprar algo, pero que todavía le falta algo de dinero. Del silencio a la verborragia, el abuelo pregunta acerca del objeto y le dice que quizás le pueda prestar algo. Unos minutos más tarde el abuelo saca varios dólares de su bolsillo y se los da.

La mirada atenta de un joven asusta al hombre, en un instante fugaz se resquebraja esa situación cotidiana dentro del barrio porteño más seguro de todos. Teme por su dinero, tiene razón en temer.

El joven piensa en sus abuelos, recuerda cuando tenía ganas de que le compren un juguete pero fingía que no le gustaba para que no gasten. La voz de su madre volvía a la memoria constantemente reprimiendo su deseo "con lo que ganan de jubilación los abuelos apenas llegan a fin de mes, ojo vos, si querés algo me lo pedís a mí ¿entendiste?".

4 comentarios:

  1. Hoy estoy más maricón de lo acostumbrado.
    Te lo aclaro para que no te asustes, pero me hiciste llorar.
    Quizás la lluvia, el viernes, qué se yo.
    Pero me angustia estar viviendo en un lugar donde todos sospechan de todos... donde el "otro" se convirtió, de un día para otro, en un "enemigo". Donde no hay interrelación. Donde hay sólo miedo. Y del miedo, un grupo de aves rapaces que ganan dinero, vendiendo ilusión de seguridad.
    El miedo, la falta de solidaridad, es además, muy responsable de que el abuelo no pueda comprarle los juguetes que su nieto desea, y el desearía comprarle.
    Buen fin de semana!

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  2. Cuánta razón Agustín.
    Sin embargo hay que destacar que, más allá de todo ese miedo, aún quedan momentos de solidaridad, son pocos, pero hay que saber encontrarlos en la ciudad.
    Hoy casualmente mientras me aplastaban los pasajeros al ingresar en el subte un hombre empezó a gritar "Ojo que la están lastimando a la chica" pero la chica-yo siempre se toma las cosas con humor así que acoté que esa mujer que me estaba aplastando "se había convertido en mi hermana siamesa".

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  3. Vir, no sé como podés encontrarle humor a viajar en el A!!! Jajjaa.
    En cuanto al relato, estuvo muy bueno. Recuerdo que mis abuelos no me compraban cosas, pero si me daban plata cada tanto para que me compre lo que yo quería. Y yo de tacaña me la guardaba!! Es así que cuando se vino la debacle del 2001, mis ahorros se habían triplicado!!! Era "rica" gracias a mis abuelos! jejjjee.
    Leí el relato mientras escuchaba un video que Berna subió a facebook tocando el piano. La melodía es melancólica y pega. Te lo recomiendo :)

    Besotes!

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  4. Ey! Gracias por pasar Vero :) Que grande los abuelos y yo diría que más que tacaña provisora, visión de futuro che jeje.
    Dicho sea de paso son esos mismos abuelos los que formaron parte de mi enfancia, cuantos recuerdos.
    Me encantó el video de Berna, tenés razón, buenísimo el tema.

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