sábado, 20 de junio de 2009

Percepción



Mira, se aferra de el brazo de su madre, con sólo cinco años viaja en ese cúbiculo con gente que la aplasta.
Baja, sigue mirando, desde abajo hacia arriba. Todo se ve grande, inmenso, de las garrapiñadas llega el olor y el ruido de la cuchara de madera golpeando la olla.
Ella sigue agarrándose del brazo, ve las palomas pero no las corre, sigue el vuelo con su mirada.
Un charco producido por una baldosa rota le produce una extraña alegría que deriva en saltos sobre el agua. La madre se enoja, pero la alegría continúa.
Un cochecito con un bebé pasa a su lado, lo mira, gira la cabeza para seguir el trayecto. Porque los chicos se animan a girar la cabeza, siguen con la mirada lo que les atrae, persisten en su asombro.

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