Elton se retuerce con el vaivén del vagón y expresa mil palabras inaudibles. Se percibe una muchacha varios centímetros más alta, Juana. Elton, ronroneante, se acerca y se aleja de ella. Juana lo mira desde arriba con displicencia y acepta la cabeza que se sumerge en su brazo. Elton le habla continuamente.
En los pocos minutos de intimidad colectiva se lo puede ver a Elton todo enamorado tratando de conquistar a Juana. ¿Alguien los mirará? ¿Alguien percibirá esa mínima explosión? El aplastamiento no parece favorecer al detenimiento en ellos dos. Las pantallas de Candy Crush que iluminan las caras tampoco. La música auricular provoca adormecimientos repentinos.
La imagen queda cristalizada en el reflejo de la ventanilla con intenciones de sacar una foto para esta crónica. Juana y Elton se bajan en Miserere.
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“Trato de ver las bocas de los que pasan por la puerta de mi casa para saber que de cada lengua salen palabras que transitan las ondas de sonido y se instalan en las paredes de mi oreja para después evaporarse entrando en una larga línea descendente en la que están alojadas todas las palabras que se pierden, todos los rasgos que se olvidan, los pequeños movimientos que ni siquiera se registran en la memoria y quedan flotando en una enorme tierra de nadie”
Fragmento de De este lado del Meditarráneo (1973) en "La novela de la poesía", Tamara Kamenszain
Me hiciste acordar al cuento del metro de Cortázar...
ResponderEliminarEstá en Octaedro. No recuerdo ahora el nombre exacto. Creo que es Manuscrito hallado en un bolsillo.