domingo, 6 de enero de 2013

Silencios



Por sus manos pasaron los artistas de ópera más importantes. Se abandonaron delante de ellas para resurgir en rostros nuevos, desconocidos. Cuando lo conocí comentó al pasar su antiguo oficio e intuí que entre sus palabras se escondían anécdotas de tantos años de trabajo.

Se apasiona por los textos que leemos, quiere aprender. No pudo terminar el secundario pero sabe muchísimo más que todos nosotros. Yo cargo con una beba de dos meses y una pareja ausente, él me ve con una pendeja, apenas hablamos. Estoy en el grupo de los más jóvenes, los que en el fondo nos pasamos los mates que él sistemáticamente rechaza. No me animo a hablarle porque cuando lo escucho en clase me siento una tonta, una vaga que no lee, que no estudia, aunque me la pase cambiando pañales continuamente, amamantando y llorando cuando no logro calmar a la beba. 

Para mí el teatro Colón es el edificio lindo por el que paso a la noche para ir al colegio, me encantan las lucecitas encendidas. En mi mirada son eso, lucecitas, vidrios, gente entrando y saliendo. ¿Y qué será todo eso para él? 

Esta vez me animo a hablarle, algo que le tengo que decir. Cuando llegue lo agarro y le digo. Entro al colegio y lo veo ahí a él solo, como siempre llega primero. Me acerco y le pregunto si tiene un minuto para hablar. Él asiente con la cabeza y me siento. Quiero decirle que me cuente del teatro, que me cuente lo que hacía, a quiénes maquilló, cómo era su vida. Pero empiezo diciéndole:

-Qué calor estos días ¿no?
-Bastante.
-¿Leíste El Matadero?
-Claro, por supuesto.
-Ah yo no pude.
-Pero era para hoy, tenemos que hacer la guía.
-Sí, ya sé.

Ahí entró la profesora y yo me fui para el fondo. Durante ese año no volví a hablar nunca más con él pero hubo algo que me llamó la atención, un pequeño diálogo que escuché. Estaba triste, lo ponía mal ver tanta gente pidiendo alrededor del colegio. La zona del colegio era también la zona del teatro.

Unos días después volví a pasar a la noche por el teatro pero sólo pude ver las luces, el brillo de la entrada y unas señoras con vestidos re lindos, de esos que yo siempre quise tener.


2 comentarios:

  1. Muchos contrastes, esa es una zona de contrastes. Que recorro, uso el bar del colón para tomar un café, con mis contrastes a cuestas.

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  2. Tu comentario, como siempre, es parte de la entrada.
    Gracias por pasar

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