
Deslumbrados por las figuras de plástico pintado, por la estructura hecha a medida, los turistas se sacan una foto junto al pesebre. Una paloma le pica la cabeza a una de las ovejas, algunos nenes de la calle miran por atrás de los bueyes y ellos siguen en la pose inmóvil con la mejor sonrisa para quedar eternizados en el bucólico momento.
Selección de la mirada que deja escapar una fachada escondida detrás de los árboles, quizás algún otro turista pueda verla ¿o no?
