lunes, 3 de octubre de 2011

Dentaduras



De chiquita abría la boca y decía "Dráculaaaa". Veinte años después espera en el consultorio leyendo y tratando de no quedarse dormida.

Un nene se agarra del mostrador de la recepción y estirándose para ver a la secretaria le dice: "¿Sabés una cosa? No quería venir, no-me-gusta". La secretaria se ríe y le comenta al padre que su hijo es divino y super sincero.

Recuerda cuando era chica, el miedo al dolor y al ruidito del torno. Tantos años con caries, ortodoncia y dolor de encías. Pero ahora va con cierta indolencia, la rutina de abrir la boca, saber de anestesia, conductos, perno y corona, prepaga. Ahora sí, sabe casi todo, está agotada pero resiste, piensa en la vuelta a la provincia, el tren, mucho sueño.

Entra al consultorio y se estira para mirar por la ventana, la dentista aún no llega. Descubre otra ventana, una luz y una figura humana ¿estará leyendo? Se queda mirando, se asoma, piensa que ahora puede ver, que tiene la altura suficiente para descubrir el otro lado y, sin embargo... no, no ve nada.

2 comentarios:

  1. conde Drácula, no es un mal nombre para una facultad de odontología, aunque quizá convenga bautizar así a la sala de hemoterapia.

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