viernes, 11 de septiembre de 2009

Privacidad en Plaza Miserere


En la estación Miserere una mujer mayor, flaca, con la cara surcada por gruesas arrugas, pide monedas a los pasajeros con urgencia de boletos.

Se le acerca una joven de similares facciones y contextura física. La mujer saca un peine de la cartera y la chica, mirándose en el vidrio de la ventanilla de los boleteros, comienza a peinarse.

La estación, una casa, momentos, vidas privadas. Los pasajeros que miran, espectadores silenciosos, intrusos.

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