miércoles, 20 de marzo de 2013

La espera

Su cabellera con pelo corto negro se paseaba de un lado al otro. Cada vez que se abría la puerta se lanzaba y miraba hacia adentro. No entraba. Los lentes apenas tamizaban sus densos ojos oscuros. El ruido de la avenida era persistente y sólo se interponían las columnas de cemento. Se llamará Julia.

El resto de las chicas que esperaban hablaban entre ellas, sonreían, lucían sus pantalones ajustados y remeras cortas. Julia tenía una remera amplia y estaba sola. Caminaba como escondida. Quise hablarle, intuí que había algo que quería decirme, sentí su silencio. Y Julia habló, habló desde sus vísceras. Contó que esperaba una vacante, que repitió de año porque no quería zafar, que ella quería aprender, no que la aprueben por lástima. Julia estaba triste, algunos problemas familiares que no supo separar del estudio le impidieron aprobar las materias. Matemática. No me gusta matemática. Y a Julia la escuchamos, la escuchamos toda entera muriendo y renaciendo ante nosotros. Nos fuimos deseándole suerte.


El estudiante  (Joaquín Giannuzzi)

Inclinado hacia el libro ofrece
su atormentada cabeza
al cuchillo del conocimiento. ¡Cuidado muchacho,
que van a decapitarte! Su cerebro arde
como un rencor no resuelto, sometido
a la obligación de la tumba: todo lo que debe saberse
para después vivir por razones entumecidas.
Levántate y anda, patea la mesa, el lenguaje
de la vida que otros han consumido
para que nazca una relación creadora
entre tus ojos y el sol, el yo
libremente encadenado a los días personales.


2 comentarios:

  1. suerte para Julia, entonces! ah, y que linda foto.

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    1. No la volví a ver lamentablemente, ojalá que haya conseguido la vacante. Gracias, la foto la saqué en el balcón experimentando un poco con la exposición.

      Saludos y buen fin de semana

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