domingo, 12 de febrero de 2012

La vuelta




"Buenos Aires duerme. El horizonte al Este blanquea suavemente. Los fantasmas de la noche huyen al ocaso. En el claroscuro del ambiente susurran céfiros misteriosos, ondean suspiros, gritos, risas, llantos, besos, maldiciones y caricias imperceptibles.... Es el hálito de quinientas mil almas que vagan en las regiones fantásticas de los sueños."

Gradualmente la faja luminosa se extiende hacia el zenit: el horizonte se tiñe de oro y azul. - De repente millares de torres y agujas, cúpulas y campanarios surgen alumbrados con colores de fuego. Al oriente una pequeña línea de brillo ofuscante, se hincha, asume en un momento las dimensiones de medio orbe e inunda con un mar de luz un cuadro grandioso y lleno de encanto.
¡Qué sublime paisaje!"

Carta de Julio Popper en el libro "Tierra del Fuego recuerdos e impresiones de un viaje al extremo austral de la república" de José Manuel Eizaguirre


¿Cómo se vuelve? la pregunta resuena en una ciudad en la que el bullicio hace apenas perceptible su voz. Camina entre la gente, la golpean en un ritmo apresurado y ya nadie saluda. Tiene ganas de decirle buenos días al que viene caminando de frente pero recuerda que en la partida dejó olvidada la camaradería de los caminantes. Los pies están casi descalzos y casi no hay tierra pero sí basura diseminada en la vereda: restos de galletitas, envoltorios de alfajores y papeles. Ya no duele caminar, las distancias son cortas y se viaja con poco espacio circundante. Cuando está por subir al subte la guarda advierte de mala manera: –No hay más lugar, solo entran dos– y en la estación siguiente no deja subir a nadie diciendo a los gritos: – Tomen el otro Fiat que viene atrás, ¿no ves que no hay lugar?. Una pasajera le dice que ya dejó pasar tres y la guarda le dice riéndose –¡Esperá uno más así son cuatro! Inmediatamente recuerda el viaje en micro hasta El Chaltén (provincia de Santa Cruz), el chofer les dice si quieren tomar unos mates así que los preparan y lo comparten. El chofer cuenta que vino de Misiones y cuando le preguntan si le gusta El Calafate responde que no más que su pueblo. Habla tranquilo con una humildad y una tristeza añeja que también lo separan por kilómetros de la soberbia guarda del subte...

No sabía que les depararía la ida pero la vuelta se expresa con máxima dureza agudizando una nueva percepción menos idealizada de la ciudad. La primera visualización del paisaje patagónico le resultó sorprendente, amplios y extensos terrenos áridos, con matas de hierba seca que ondulaban marcando la dirección del viento. Aire fresco. Agua en tonos celestes. Lluvia. Viento. Sol. Lluvia. Inestabilidad climática que redefinía constantemente el paisaje aunque se mantuviera constante en su infinitud.

Esta ciudad destruye su pasado mientras las cuevas rupestres aún resisten al avasallamiento de voraces intereses económicos. Los ecos del pasado tehuelche (mejor dicho, chonke) comenzaron a resonar en las palabras del escritor Mario Echeverría Baleta y el artista Fernando Artega (talla rostros tehuelches en lenga). Al ayudarnos a comprender los signos en colores rojizos nos permitieron conocer el presente patagónico, los lazos indestructibles con los antiguos pobladores.

La vista se irrita con la computadora, el sol citadino se refleja en el asfalto y no es posible encontrar un lugar libre para la expansión de la mirada. Sin embargo, hay alguna mínima similutud con los campos patagónicos. La inmensidad era interrumpida por el alambrado de la propiedad privada. Nuestras miradas apenas lograban divisar un espacio libre, lagos, lagunas y montañas quedaban atrapados en un prohibido ingresar al que solo le escapaban choikes (ñandúes), guanacos, cóndores, caballos, liebres...

En un intento desesperado por recuperar lo vivido se calla, intenta abstraerse del bullicio exterior pero los bocinazos y una persona que viene detrás le grita:
Ey, movéte, hace como cinco minutos que estás ahí parada ¡no dejás pasar a nadie! Al volver a la oficina recuerda que ayer, lunes, soñó cerros y montañas, ahí erguidos en pleno Buenos Aires y al despertar se preguntaba qué caminata harían esta vez, que lugares y paisajes descubrirían...



"Tus alas. Alas de cóndor. Que mantienes erguidas mientras soy el humano de la urbe, del aluvión de asfalto y cemento. Soy centellas de plástico, pies de vidrio y manos acrílicas. Pero puedo percibir cómo se alza tu ala. Ala de pájaro ebrio de éxtasis."

"Ala de cóndor", fragmento del poema de Esteban Ierado: http://www.temakel.com/node/279

8 comentarios:

  1. Sin palabras...me emocioné...dura la vuelta, pero contradictoria. Nos atamos con cadenas a una realidad que nos hostiga día a día, posponiendo sueños, sonrisas y paz, a cambio de la nada que nos promete "algo" (ya no sabemos qué) pero esperamos...
    Hablamos de la libertad, pero no somos capaces de librarnos de las ataduras que nos imponemos para no poder volar.

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  2. Vir, qué lindos lugares, pensar que llegué hasta ahí nomás y no fui a los glaciares (una locura de los 18 años). Y qué dificil volver a esta Bs. As. tan sobrecargada de todo... cuando hablabas del chofer del micro pensaba, además, qué lindo sería un tren para ir a la Patagonia, un tren en serio. Se podría armar un viaje de bloggers, ja! Mientras, concretemos alguna vez el café/almuerzo en los Galgos, con el amigo Agustín y los demás autores que quieran sumarse.

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  3. Me encantó, el renovarse de las percepciones, "Lluvia. Viento. Sol. Lluvia.", en viaje, en viaje siempre. Y las fotos que vi, la foto del glaciar. Quién podría volver de la misma forma, sentir que sigue siendo el mismo. Me encantó. Te felicito Vir, como siempre, por vivirlo, por viajarlo, y por llevarnos, por llevarme! Un abrazo.

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  4. ups! no puse quién soy, bueno, lo pongo acá: Laura!

    -este anónimo "Me encantó, el renovarse de las percepciones..." soy yo, jaja

    Abrazo otra vez.

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  5. Anónima-Flor: ¡Cuánta razón! Tenemos (¿tenemos realmente?) que lidiar diariamente con esa contradicción... Muchas gracias por tan lindo comentario :-) Un abrazo

    SAL: Nooo qué lástima pero podés ir en cualquier otro momento. Si la verdad que solo se llega en micro o avión, buena idea la del tren. ¡Cierto! Nos colgamos con eso, este año tenemos que reunirnos, me acuerdo que habíamos hablados de la “cumbre Blogger” jeje pero al final no se pudo concretar.

    Anónima Lau: ¡Muchas gracias! Esa es la idea, que al compartir un viaje se pueda viajar también. Un abrazo o dos jeje

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  6. VOLVER es tan difícil que alguna de las veces que tocó hacerlo decidí convertir mi deptito palermitano en cabañita patagónica, para no extrañar tanto. Es muy dura la jungla cuando se ha vivido en el sur. Mi sur se llama San Martín de los Andes. Cuando alguna vez quiera lease la hitoria de un hechizo etiquetada en mi blog hace años.
    Me gustaron esas lineas de Ierardo, ignoraba que escribiese poesía, pero ud. lo conoce mejor que yo.

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  7. ¡Qué lindo San Martín de los Andes! Yo no logro recuperar el espíritu patagónico que intenté traer desde Santa Cruz, lo que sí conservo es la lectura (sobre los tehuelches y crónicas de viajeros ingleses).

    Un abrazo y pasáme el link de tu blog sobre el hechizo que no lo pude encontrar

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