"Los dialectos no son estáticos, no son una herramienta

Roberto Arlt explica que hay un idioma típico de la ciudad y responde a las críticas de algunos lectores que le piden otro tipo de escritura:
Acá seguimos igual Roberto y el horror es un poco mayor, presenciamos una especie de "nueva degeneración". Lo que pasa es que con el uso de las computadoras y de los teléfonos móviles, los celulares, dicen que se sigue degenerando el lenguaje. Con ese idioma se discute, se ama, se vive, anda dando vueltas, circula, es parte de nuestra comunicación diaria, pero para algunos pone en peligro al otro idioma, el "correcto".
Retomando lo que vos decís Roberto también persiste esa absurda pedantería académica de creer que el idioma impone una distancia con el resto, que eleva el pedestal sobre el que ya se han subido. Hablar diferente es hablar mal, se levanta el dedo para acusar/nos de vulgares, estúpidos, incompetentes.
Pero ¿sabés qué? todavía se escucha hablar el porteño que vos decís, porque persisten ciertas formas lunfardas que son parte de nuestra forma de ser, de nuestro carácter. Se va a laburar en vez de ir a trabajar, se le dice un piropo a una mina o minita en vez de a una chica o muchacha, no te roban te afanan, no te tomás el colectivo te tomás el bondi y no se arma lío sino quilombo. Y decimos muchas malas palabras, puteamos, la puteada es parte fundamental de la supervivencia en la ciudad. Es una forma de descarga pero también identitaria, de convivencia en grupo, de imposición ante el avasallamiento del otro que: te tira el coche encima, te da mal el cambio o se cola en la parada de colectivo mientras vos estuviste como media hora ahí parado.
Me gusta eso que decís de idioma vivo, flexible, coloreado, ese es el idioma que hoy, en el 2012, aún persiste, estarías contento de escucharnos hablar. Lo más lindo de todo es que hacemos oídos sordos a esos "guardianes del idioma elevado", sí, como esos que te escribían a vos para decirte que escribas "mejor" en el diario. ¿Sabés que Roberto? tanto a vos como a mí nos importa un carajo.
‘pura’ puesta a disposición, neutral para que alguien la use.
No se conserva en diccionarios. Está en los usuarios, es decir,
los hablantes de un dialecto dentro de una comunidad lingüística.
Los usuarios somos diferentes, las sociedades no son igualitarias;
con las formas lingüísticas presentes en los dialectos pasa lo mismo.
Dentro de una comunidad lingüística conviven variaciones y
variantes de formas y ninguna es degradación de otra."
Alejandro Raiter, "Educación, cambio lingüístico y hegemonía"
No se conserva en diccionarios. Está en los usuarios, es decir,
los hablantes de un dialecto dentro de una comunidad lingüística.
Los usuarios somos diferentes, las sociedades no son igualitarias;
con las formas lingüísticas presentes en los dialectos pasa lo mismo.
Dentro de una comunidad lingüística conviven variaciones y
variantes de formas y ninguna es degradación de otra."
Alejandro Raiter, "Educación, cambio lingüístico y hegemonía"

Roberto Arlt explica que hay un idioma típico de la ciudad y responde a las críticas de algunos lectores que le piden otro tipo de escritura:
"Escribo en un idioma que no es propiamente el castellano sino el porteño"
"Y yo tengo esta debilidad: la de creer que el idioma de nuestras calles, el idioma que conversamos usted y yo en el café, en la oficina, en nuestro trato íntimo, es el verdadero. ¿Qué yo hablando de cosas elevadas no debía emplear esos términos? ¿y por qué no compañero? Si yo no soy ningún académico. Yo soy un hombre de calle, de barrio, como usted y como tantos que andan por ahí".
"¿A dónde iremos a parar? pues a la formación de un idioma sonoro, flexible, flamante, comprensible para todos, vivo, nervioso, coloreado por matices extraños y que sustituirá a un rígido idioma que no corresponde a nuestra psicología"
"Y yo tengo esta debilidad: la de creer que el idioma de nuestras calles, el idioma que conversamos usted y yo en el café, en la oficina, en nuestro trato íntimo, es el verdadero. ¿Qué yo hablando de cosas elevadas no debía emplear esos términos? ¿y por qué no compañero? Si yo no soy ningún académico. Yo soy un hombre de calle, de barrio, como usted y como tantos que andan por ahí".
"¿A dónde iremos a parar? pues a la formación de un idioma sonoro, flexible, flamante, comprensible para todos, vivo, nervioso, coloreado por matices extraños y que sustituirá a un rígido idioma que no corresponde a nuestra psicología"
Roberto Arlt, Fragmentos de Aguafuerte del 3 de septiembre de 1.929
Acá seguimos igual Roberto y el horror es un poco mayor, presenciamos una especie de "nueva degeneración". Lo que pasa es que con el uso de las computadoras y de los teléfonos móviles, los celulares, dicen que se sigue degenerando el lenguaje. Con ese idioma se discute, se ama, se vive, anda dando vueltas, circula, es parte de nuestra comunicación diaria, pero para algunos pone en peligro al otro idioma, el "correcto".
Retomando lo que vos decís Roberto también persiste esa absurda pedantería académica de creer que el idioma impone una distancia con el resto, que eleva el pedestal sobre el que ya se han subido. Hablar diferente es hablar mal, se levanta el dedo para acusar/nos de vulgares, estúpidos, incompetentes.
Pero ¿sabés qué? todavía se escucha hablar el porteño que vos decís, porque persisten ciertas formas lunfardas que son parte de nuestra forma de ser, de nuestro carácter. Se va a laburar en vez de ir a trabajar, se le dice un piropo a una mina o minita en vez de a una chica o muchacha, no te roban te afanan, no te tomás el colectivo te tomás el bondi y no se arma lío sino quilombo. Y decimos muchas malas palabras, puteamos, la puteada es parte fundamental de la supervivencia en la ciudad. Es una forma de descarga pero también identitaria, de convivencia en grupo, de imposición ante el avasallamiento del otro que: te tira el coche encima, te da mal el cambio o se cola en la parada de colectivo mientras vos estuviste como media hora ahí parado.
Me gusta eso que decís de idioma vivo, flexible, coloreado, ese es el idioma que hoy, en el 2012, aún persiste, estarías contento de escucharnos hablar. Lo más lindo de todo es que hacemos oídos sordos a esos "guardianes del idioma elevado", sí, como esos que te escribían a vos para decirte que escribas "mejor" en el diario. ¿Sabés que Roberto? tanto a vos como a mí nos importa un carajo.