domingo, 20 de noviembre de 2011

Traición

Estimada Estela:

Soy Julio Ricardo Achazával, poeta porteño que ha tenido el gusto de conocerla en algunas tertulias literarias que han embelesado tardes y noches con el más exquisito gusto y refinación. Alguna vez he tenido la oportunidad de cruzar alguna palabra con usted, aunque quizás el olvido sea más fuerte que la intensidad del intercambio. De todos modos mi admiración sigue intacta, impulsada quizás por esa perpetua admiración y empatía que solo se puede lograr entre dos artistas como nosotros.

El motivo de esta carta manuscrita -tan demodé en estos días- responde a un suceso inesperado que aconteció en el mes de octubre del presente año. Yo acababa de comprar un nuevo ejemplar de La Divina Comedia cuando me dirigí accidentalmente a una casa de libros de saldo. Debo confesar que no suelo entrar a este tipo de lugares -tan frecuentados por el populacho- puesto que los ejemplares tan sucios me dan una alergia terrible debido a mi delicada piel, de solo imaginarme dónde anduvieron y qué tipo de especies animales estuvieron en contacto con ellos... Pero algo me llamó la atención, creí divisar en la mesa catalogada como "Poesía" un ejemplar conocido así que me aproximé, lo tomé en mis manos y en un destello de asombro la encontré a usted. Le resultará llamativo este hallazgo pero uno de sus libros más exquisitos estaba ahí para ser adquirido por una módica suma de cinco pesos. Disculpe si le resulta ofensivo lo que le comento pero no se imagina el estupor que me causó, quedé inmóvil, horrorizado. Pero debo confesarle algo más, es preciso para ello que tome asiento y beba un vaso de agua fresca. Si ya lo hizo prosigo con el relato. Pues bien, en la primera página observo una esmerada dedicatoria, no está en mí repetir ni plagiarla pero en ella usted le dedicaba las más bellas palabras a su colega y amiga. Disculpe, en este punto me replanteo la existencia de esta carta pero como deber moral me obligo a proseguir. Su amiga es... Elsa Amalita Anzorreieta, sí, he dicho.

Espero pueda reponerse de tamaño golpe a su integridad moral, esperando no afectar también su salud.

Sin más la saluda con un afectuoso abrazo su amigo, colega y permítame el atrevimiento, su hermano,


PD: Dudo que lo recuerde pero un 14 de Julio de 1990 le pedí que me autografiara su más célebre ejemplar de Vivir amando el verdor de tu mirada. Ese día me dijo que se le hacía tarde y se fue dejándome apesadumbrado con el ejemplar en la mano. Es ese mismo ejemplar que ahora tengo en el escritorio, lo acabo de sacar del delicado estante de roble protegido de la suciedad y agentes patógenos por un vidrio decorado con coloridos vitraux. Una pena que no me lo haya firmado, hubiera corrido mejor suerte...


***


4 comentarios:

  1. Hola Virginia:

    Buenísimo.
    En dos palabras: Muy Bueno.
    En tres: Me gustó mucho.

    (Pasé de alto el vid, seguí con el gusto de la carta y la traición).

    Saludos.
    Daniel.

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  2. ¡Muchas gracias Daniel! Que bueno volver a leer tus comentarios :)
    Me encantó escribirlo, me divirtió y terminé comprando el libro que es Pas de chat de la poeta Elena Haedo. Cuando vi la dedicatoria me dieron ganas de escribir, me surgió la inspiración y traté de que no se me escape. A veces tengo una idea y si no la anoto me la olvido.

    Saludos

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  3. muy bueno Vir me gustó remuchísimo y Angela es una diosa.
    somos unos grasas convencidos jeje

    meletios

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  4. ¡Gracias che! jajaj claro, Ángela me encanta aguante la cumbiaaa

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