Va corriendo al teatro Presidente Alvear, los jueves está la Orquesta del Tango de Buenos Aires dirigida por Juan Carlos Cuacci, Raúl Garello y Néstor Marconi. Va rápido, dispuesta a disfrutar de esos pocos minutos de almuerzo. Llega pero le dicen que están en el Regio y le sugieren que vaya al teatro San Martín.
Va como triste, con el recuerdo del Libertango de la otra vez recorriéndola en una intersección atemporal. Siempre lo escucha por primera vez, se vuelven a descubrir y tiene la sensación de estar recibiendo y perdiendo al mismo tiempo la ciudad entera. Un mecanismo de búsqueda, Piazzolla intentando capturar, ritmo de acoples y fugas.
En el San Martín hay música al mediodía, clásica, jazz, de todos los estilos. Disfruta, una o dos canciones, ya se cumplieron los rigurosos veinticinco minutos pero los ve, la atrapan. Sobre los pies de él el cuerpo de ella se desplaza, suave, gira, se levanta, baja, brazos arriba y cabeza hacia abajo. El aire se desliza para sostenerla, disfruta. En perfecto equilibrio logra divisar a la muda espectadora y sigue en movimiento. Diez minutos unidos, sintiéndose en un profundo acto de comunicación, en comunión con todos y en todo lugar. Recién la libera cuando ella posa sus pies en el piso y se levanta. Se levanta con la intención de irse rápido pero se detiene y mirándolos aplaude silenciosa, con los pies sobre la alfombra.
Vas a ver
estoy
un instante para que sepas
respirá
sentí
en el ocaso de las horas
resisten
La magia de buscar a Piazzolla por toda la ciudad.
ResponderEliminarAsí es, gracias Rodka por pasar. Saludos!
ResponderEliminary cuando uno no lo busca, aparece, su melodía surge en forma de dameros, rejas, malvones... es una parte de Bs.As. como el San Martín, medio tapiado y feo, medio olvidado...
ResponderEliminar¡Tenés razón! Parece tan feo, tan triste pero siempre aparece alguna sorpresa.
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