Se sientan en la sala Leopoldo Lugones del Teatro San Martín, hablan, se dicen cosas ¿qué cosas? Difíciles de escuchar para los voyeurs que miran esa escena que acaba de comenzar.
Interpuestos entre la pantalla ellos: mujer de unos treinta y pico de años y hombre unos cuarenta. Él le entrega una caja enorme que ella recibe entre risas y palabras inaudibles, abre ese paquete ¿qué es? Una juguera, ¿una juguera? Se escucha un “muchas gracias, no sabés que bien que me viene”. Una juguera en tonos metálicos, retro, de esas que dejan a la vista la naranja mientras es exprimida. ¿Lo tomará sola? ¿Qué son? Cuñados ¿Cuñados? Futura pareja, se ve que tienen onda, se nota. Ahora ella saca un celular y comienza a mostrarle fotos de un evento con músicos.
Se apaga la luz, está a punto de comenzar Madame Bovary de Claude Chabrol, una película que comienza, una escena que termina. La incertidumbre de unos pocos espectadores espontáneos absortos por eso que se construía ante sus ojos.
Quizás algún día lean estas palabras y entiendan que a esa, su historia-nuestra historia, le falta algo y quién sabe qué.
Interpuestos entre la pantalla ellos: mujer de unos treinta y pico de años y hombre unos cuarenta. Él le entrega una caja enorme que ella recibe entre risas y palabras inaudibles, abre ese paquete ¿qué es? Una juguera, ¿una juguera? Se escucha un “muchas gracias, no sabés que bien que me viene”. Una juguera en tonos metálicos, retro, de esas que dejan a la vista la naranja mientras es exprimida. ¿Lo tomará sola? ¿Qué son? Cuñados ¿Cuñados? Futura pareja, se ve que tienen onda, se nota. Ahora ella saca un celular y comienza a mostrarle fotos de un evento con músicos.
Se apaga la luz, está a punto de comenzar Madame Bovary de Claude Chabrol, una película que comienza, una escena que termina. La incertidumbre de unos pocos espectadores espontáneos absortos por eso que se construía ante sus ojos.
Quizás algún día lean estas palabras y entiendan que a esa, su historia-nuestra historia, le falta algo y quién sabe qué.
Si fueron a ver Madame Bovary seguro que no son cuñados. Me encanta ver cómo otros viven sus vidas.
ResponderEliminarHola Virginia:
ResponderEliminarQué crónica... algo bizarra...
No sólo sos observadora, hay gente que gusta que le miren también.
Odio los cel. en los cines o teatros.
A la historia ésa le falta algo. Seguro.
Saludos.
SAL: Gracias por pasar, claro, muy chusmas somos jeje
ResponderEliminarCrónicas: Si, muyyyy bizarra. Queremos segunda parte de la historia pero... ¿dónde estarán los protagonistas?
saludos
Virginia, muy buena crónica. Me los imaginé, te juro. Podría convertirse en un buen guión si le colocás más diálogo. Yo estoy comenzando a escribir, digo que "crónicas", aunque creo que en mi caso reestructuré el género. Te dejo el link, si tenés después me decís qué te parece:
ResponderEliminarwww.esteesmicuartooscuro.blogspot.com
Muchas gracias Verónica y sí, el tema cinematográfico viene conmigo (estudié cine).
ResponderEliminarVoy a pasar por el blog.
saludos y mucho gusto
Querida María Virginia, solo pase a saludar y me quede como seguidor. Gracias por tu visita a mi blog espero que pronto pases nuevamente.
ResponderEliminarMe imaginaría miles de cosas yo tambipen. Esas situaciones dan para tejer mucho. Qué lindo que vas al San Martin al cine!
ResponderEliminarBesos,vecina
Jota: Lo que pasa es que en los cines de zona oeste no pasan mis películas favoritas jeje
ResponderEliminar¡Feliz día del amigo vecina!
Besos
Muy bueno vir
ResponderEliminarSaludos! Seba