domingo, 29 de noviembre de 2015

Menos cielo

Los botines se aferran al piso plástico e impiden el balanceo del cuerpo. Los mismos piecitos que se aferraban al Paraná y corrían por las calles de Ayolas. Los dedos buscan hundirse en el barro.
El pasto sintético arde en las rodillas y él recuerda una vez más. Esta vez las moras se aplastan en las veredas ensuciándolas, ese pegoteo que los nenes esquivan y que le recuerdan a sabor antiguo, a pequeño robo planificado.
El sudor se hace notorio y denso. Ese mismo hedor
 que se mezclaba con agua fresca, correntada.
La luna, cree ver la luna reflejada en un charco de la General Paz. Tiene menos cielo pero insiste en aferrarse a esos pequeños momentos de lo que nunca se va olvidando.
El número 7 de la camiseta y el nombre, "Pato", contrastan con las remeras agujeradas. En invierno y en verano la remera amarilla desgastada que se prolongaba en los dedos maternos con hilos de colores.
De un área a otra: piques, codazos, roces. 
Volver a casa. 


jueves, 12 de noviembre de 2015

Nadadores

Los dos sentados, uno al lado del otro, como casi siempre, juntos. Están en frente al papá que sigue el recorrido por la ventanilla. Los mismos ojos, casi la misma cara, pero separados por un abismo de cinco años. 

El menor mueve los brazos al estilo pecho y la mirada del mayor se desliza en los movimientos. Hace señas de que no, que otra vez... Reitera el movimiento y mueve la cabeza negando, que no es así, es otra cosa que nunca nunca va a entender. Así, así, ¿¿¿ves??? 

Los gestos y movimientos se aceleran. Refunfuña, está a punto de llorar. El resto del viaje permanecerá silencioso observándolo de reojo.