sábado, 31 de octubre de 2015

Instantánea



Una nena le grita a su mamá. No la escucha, está con sus tres hermanos y un carro destruido que arrastra con fuerza. La nena grita en dirección a un auto, se agacha: "la paloma, la paloma". El auto frena, se baja el acompañante del conductor y se agacha sobre el pavimento. Los brazos salen con paloma. La deja sobre la vereda al lado de la nena que ahora salta y se ríe a carcajadas. 
La madre nota la situación y comienza a reírse. Nos miramos, nos encontramos con madre, nena, conductor y salvador. El tipo se bajó nomás, se-ba-jó. 
Atrás los autos tocan bocina de forma desenfrenada. En la vereda pasa la gente con un ritmo frenético. Nosotras seguimos a ritmo lento de paloma. Felices y moribundas.

domingo, 4 de octubre de 2015

Las tristezas



Voy por la calle pensando en que lo tengo que escribir, en cómo escribirlo. Aminoro el paso por Callao y balbuceo algunas frases. Se me va a escapar, si a esto no lo escribo se me escapa, necesito imprimirlo en algún lado. No puedo escribir en un papel como otras veces, voy caminando, no me detengo. Pienso en algunas frases que me suenan lindas, poéticas. Se me vienen imágenes: el colectivo, la noche. Una mujer mayor que observa a la chica. Recuerdo mi risa contenida.
Cuando estoy llegando a tomar el subte observo a un hombre bailando y cantando al estilo Mona Jiménez, con la manito para arriba y para abajo. Cruza Bartolomé Mitre a todo ritmo cantando "¿quiénnnnnn se ha tomado todo el vino oh oh oh?".
La frase no va a volver, ni sé qué extraña conexión encontré entre el bailarín y la chica del colectivo. Imaginé que le bailaba a alguien, que quería que alguien sonría. Imaginé que no era sólo una sino más de una, tristezas.

Estridente suena la voz. Desde el celular que cuelga en sus manos alguien canta, un canto de cancha. La voz metálica resuena fuerte, retumba en el medio del colectivo casi vacío. Algunos se ríen, otros miran para ver de dónde viene. No saben. Y ella ríe, ríe desde adentro, ríe con dolor profundo.
Alguien dice en el medio de la noche que vamos vamos, que ganamos, las cosas van a estar bien, Adri sos una capa y ya va a pasar. Canta como si estuviera en la cancha pero se nota un ausencia total de sonido circundante. Ambas están solas. La voz femenina va y viene del celular. La pasajera sigue riendo con todas sus fuerzas hasta que se percata de que no está sola, que hasta el colectivero bajó el sonido de su radio para escucharla.
Adri silencia el celular y sigue mirando la pantalla durante todo el viaje. Son dos que viajan en medio de la noche. Se quieren. Cuando llegue y la presencia de la casa se imponga, cuando sienta que otra vez todo le pesa, ahí aparecerá nuevamente la voz de Adri. Y reirá, reirá mil veces, encontrará su propia canción.