jueves, 4 de septiembre de 2014

Agradecida

La reconocí en la esquina. Quizás alguna vez la vi sin saber que era ella misma la que con noches insomnes y francos inexistentes sobrevivía entre un lugar y otro.
Secretamente la admiré sin nombre ni apellido. 
Indestructible y bailarina. Escribo esto con una tristeza que no se me va. Ella sí.
Atada a espacios citadinos que la oprimían y que yo no sospeché. Impulsora de delirios compartidos. Cuerva medular.
¿A dónde irá a parar tanta pasión?
La distancia que se abre entre paisajes sublimes y vientos feroces me recuerda que de  poco te estás yendo. Y hoy, justo hoy, vuelvo a los mismos espacios que frecuentamos.
Ahora hay una heladería en tu esquina ¿y qué habrá dentro de uno años? ¿qué va a pasar de acá al verano? La única certeza es este dolor indescifrable que nos une. Acá, allá, antes, ahora.
Prefiero regalarte un paisaje inventado que ya vas a descubrir. Viajera.