lunes, 30 de julio de 2012

Famosos

"Y el quisiera, ¿no es cierto?, de tanto en tanto,
que algo fuese posible."
Fragmento de "Glosa" de Juan José Saer



Los sueños sueños son, pero a algunos se le cumplen. Mi sueño, por ejemplo, siempre fue bailar en el Colón pero no se me dio, como no se me dieron otros tantos y acá me ves tomando mate en mi barrio, Lugano. ¿Que qué hago? Chusmeo a los vecinos, casi todo el día mirando la vereda y ahí te vas enterando de todo lo que pasa, de los problemas familiares, los amoríos. Pero algo se me escapó, algo importante y me enteré gracias a Doña Pirucha.


Yo estaba comprando en la verdulería lo de siempre, la ensaladita para el churrasco, algo de papas para el puré, unas frutas de postre y ahí me entero por primera vez del rumor de la tele. Nosotros no somos un barrio de gente famosa, en cambio el barrio de provincia de mi cuñada, Ramos Mejía, tiene a Badía, María Elena Walsh y Araceli González. Incluso parece que la veían a Araceli con Suar, en la época en que estaban juntos claro. Nosotros nada, con suerte alguno que canta pero que nunca llega a una final. Pero esta vez llegamos a la pantalla grande. Como te decía la Pirucha me dijo que el viernes vea el programa de Tinelli, me lo dijo como si yo si no lo mirara, como si no fuera fanática, como si no mandara los mensajitos de texto. Pero lo de los mensajes me trajo problemas porque Pepe dejó de hablarme y casi me saca el celular, vinieron como trescientos pesos para pagar y como te imaginarás para nosotros -yo diría que para cualquiera- es mucha plata. 


Tomá un mate y acercáte ¿ves ahí? Mirá, prestá atención, el albañil de en frente se la pasa paveando, no trabaja. Pero cuando viene mi vecino no sabés, es una luz, de acá para allá, hace de todo, muy rápido. Y eso que yo me la paso mirándolo, no se siente controlado ni nada. Pero bueno, te decía ¿la Pirucha no? Sí, pero antes agarrá una facturita, son riquísimas, mirá las medialunas con almíbar, una delicia total. ¿Vos? ¿De qué barrio sos?


Bueno, yo lo miro siempre a Marcelo, me encanta su programa y como bailan todos, la bioesfera es hasta ahora mi ritmo favorito. Pero el día que me dijo Pirucha pasó algo especial, yo la vi -y calculo que la Pirucha también- a ella, nuestra vecina. Me di cuenta cuando Marcelo se le acercó, ella tenía un perrito, un cachorro de no sé que raza, creo que salchicha. Y ella tan simpática, le daba besitos al perro y pensar que a mí me ve en la vereda y ni me saluda, de chiquita siempre saludaba pero después se volvió una maleducada... 


Y al otro día me levanto temprano, voy para la farmacia a comprar los remedios del mes y me la encuentro a ella, ahí me agarraron unas ganas de saludarla para felicitarla, imagináte, no es cosa de todos los días. Y entonces me le acerco para saludarla y ella me da un beso, agarra y me dice: "¿Cómo anda Doña Pirucha?". Y ahí me agarró una indignación que ni te cuento, di media vuelta y me fui. 



miércoles, 18 de julio de 2012

A quien no se nombra

Alejandra: 
"Hay que salvar al viento"
Alejandra
Las palabras queman en el viento
hay que salvarlas


Fugitiva de la palabra. Conocedora de los recovecos del lenguaje que oculta. Iluminadora pronominal. Desarticula. Rompe. Crea.

En las fotos se te ve tan Alejandra. Jugando entre figuras de papel. En la libreta universitaria.    Frente a la máquina de escribir. Y todo lo que queremos saber de vos se resiste.

"Pero el silencio es cierto. Por eso escribo. Estoy sola y escribo. No,
no estoy sola. Hay alguien aquí que tiembla." (1)


Tu poesía es percepción, nos atraviesa el cuerpo hiriéndolo y enfrentándolo a la opacidad de un mundo repulsivo. Desvela. Atormenta.

"Te alejas de los nombres
que hilan el silencio de las cosas" (2)

Dicen que los poetas sobreviven. "Su" poesía. Biografía. Te fuiste sin ánimo de perdurar, dejando un otro yo poético que no te nombra. Estás preservada, vos sos olvido y resistencia a una memoria que pretende actualizarte. Que te dejen Alejandra. Nunca nadie te entendió. Aunque pretendamos encontrarte:

"explicar con palabras de este mundo
que partió de mí un barco llevándome" (3)

"Este canto arrepentido,
vigía detrás de mis poemas,
este canto me desmiente,
me amordaza" (4)
"Silencio
yo me uno al silencio
yo me he unido al silencio
y me dejo hacer
me dejo beber
me dejo decir" (5)


***


Las fotos corresponden a la Exposición Homenaje a Alejandra Pizarnik "El deseo y la palabra" que se llevó a cabo en el Museo de arte español Enrique Larreta. Ver álbum de fotos completo en: 


Las citas corresponden a la edición "Alejandra Pizarnik Poesía completa" a cargo de Ana Becciu, Editorial Lumen:

1. Extracción de la piedra de la locura
2 , 3 y 4. Árbol de Diana
5. Otros poemas

lunes, 9 de julio de 2012

Terapia

De los múltiples cables no hay uno solo que te una a mí. Trato de desistir de mi inmovilidad inicial, trato de desdoblar mi cuerpo de la escena. Al lado tuyo a la señora la abrazan y le dicen que se despierte, que vuelva, que la están esperando. 

En la sala de espera me ataca una señora, me comenta que la que estaba recién sentada al lado nuestro bailaba el twist: "Ella y el novio, no sabés cómo bailaban, una maravilla. Después se casó con otro, no con ese. Y enviudó muy joven pero ya estaba separada eh, antes de enviudar. Y mi hija, un desastre, diecisiete años de su vida desperdiciados, él muy celoso, hijo de italianos, le metió los cuernos y estuvo tres años con la división de bienes. Ella tenía una finca a nombre de ella y todo pero él se la vendió y se quedó con toda la plata. Pero yo que soy muy frontal, soy de no callarme nada ¿viste? Yo lo agarré y le dije a él en la cara, que cómo había hecho todo eso. ¿Y cómo se llamaba el otro? El que estuvo casado con la que después se hizo homosexual. Lugano del lado de Capital, yo la acompañé a Lily varias veces".

La que bailaba el twist le pide que entre, que la madre la quiere ver.

Una familia charla en voz alta.

—Pero mi mamá tuvo uno negro, Labrador no, Caniche, no Labrador.
—El mío es color azabache, se la pasaba haciendo lío, todo el tiempo ladrando, no lo podíamos calmar. 
—El mío no se calmó, a los diez años despareció pero él era Labrador, no de los petisos gordos. Tres veces lo encontramos, la última ya no.

La que hablaba conmigo sale diciendo que no la había reconocido, que recorrió la sala mirando los pacientes hasta que escuchó que le decían "Vení, acá estoy Valentinaaaa". La que hablaba conmigo, Valentina, le habla sin parar al marido, le explica que estaba más rubia, que por eso la reconoció. El marido permanece callado. Valentina se levanta para hablar con otra parienta, el marido le pide que se quede ahí. 


La ciudad se me escapa, la atravieso a las corridas pensando en las escenas hospitalarias. Estoy cansada, tengo sueño y respiro. Pienso en el pecho que se te infla, en la mecanicidad de los movimientos. Respiro.